La última vez que fue ayer

Título: La última vez que fue ayer

Autor: Agustín Márquez

Año de publicación: 2019

Nº de páginas: 160

Por extensión, nos encontramos ante una novela corta; por estructura y la enorme cantidad de personajes que son perfilados en ella, se trata de una novela. Aquí estamos en un barrio periférico de una gran ciudad en el que vive el chico-narrador. El chico-narrador cuenta su vida y describe el modo como el barrio va cambiando a medida que pasan los años. Hay infinidad de personajes, y todos son importantes en el libro, todos ponen su granito de arena para construir el edificio literario en que consiste la novela y la vida-narrada y el barrio que se describe en él. Ambientada entre los años 1988 y 1994, vemos cómo algunos personajes caen hacia lo más profundo de la sociedad mientras otros emergen para convertirse en los nuevos ricos que se fueron dando durante el transcurrir de aquellos años.

Chico-narrador tiene un trauma con Chico A porque lo quería mucho y siente que lo abandonó cuando más lo necesitaba, y además se marchó de un modo poco ortodoxo.

La novela está narrada con un distanciamiento que recuerda a Louis-Ferdinand Céline con su personaje Ferdinand Bardamu de Viaje al fin de la noche. Con cierta apatía y como con desgana, Chico-narrador nos habla de su madre, del quiosquero, de Chico B y sus cangrejeras, del (ClicClac) pirómano Chico C, de Yessi, a quien escribe cartas que nunca tienen respuesta, de la mujer que busca trabajo, de Chico D, de los yonquis del barrio, del camello que le gustan los canarios, del dueño del taller mecánico, del policía marica, del informático y su novia Natali, de la médium y de la señora Lola: las únicas que tienen nombre en una novela de unos personajes tan anónimos como lo son cualesquiera que hayan habitado un barrio obrero por aquella época, y en cualquier otra época. (Hay muchos más personajes en la novela.)

Agustín Márquez nos sumerge en la intrahistoria, en la vida real de la gente real en un barrio real, con descripciones a veces deprimentes y a veces de un humor negro y a menudo sarcástico.

El lector no sabe de qué modo se gana la vida el narrador. Casi al final de la obra dice que ha encontrado un trabajo. Hay otra cosa en el libro, y es que Chico-narrador va a la universidad. Eso explica el elevado nivel de la prosa, pero en la novela no se comenta nada de esa vida universitaria que se mantiene ajena al lector. De esto, de la universidad, hay un pasaje que deseo comentar, y es la crítica de James Joyce al teatro de William Shakespeare. El narrador no nos dice a los lectores que se trata de un pasaje de la novela Ulises de donde se sacan esas críticas a la obra literaria de Shakespeare. Todo esto está desconectado del resto del libro, pues apenas se vuelve a hablar en él de literatura. A mí me parece un guiño por parte de Márquez el que no aporte la información sobre de qué libro extrae la crítica shakesperiana. El haberme percatado de esto me ha hecho pensar si en la novela hay más guiños de este tipo que a mí me han pasado desapercibidos. Un ejemplo podría ser el dibujo del tablero del Monopoly de la página 60 del libro, que a mí no me dice nada. Si tuviese que especular sobre ello, diría que en él hay puestos los nombres verdaderos de las calles donde en la vida real suceden los hechos narrados en la novela. Pero esto es una idea mía que no tiene por qué estar conectada con la realidad.

Los distintos pasajes descritos en el libro parecen fotogramas, como pequeños cuadros sinópticos que poco a poco van componiendo una estructura más grande y que lo alberga todo. En este sentido, lo más parecido que he leído ha sido la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, y quizás también, pero ya no es novela, Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino. Pero de lo que yo puedo hablar, el libro que por estructura más se parece a La última vez que fue ayer es mi propia novela Mosaico, compuesta también por pasajes que se van estructurando en forma de novela a medida que avanza el libro.

Estamos ante una obra muy original y muy bien escrita, de prosa austera y un tanto distante que no permite al lector implicarse demasiado emocionalmente. Y eso me parece un acierto.

Es la primera novela que ha publicado Agustín Márquez, pero está tan bien escrita, y con tanta mesura, que da la sensación de que el autor tenga a sus espaldas muchos más libros. Yo la recomiendo encarecidamente, porque estamos hablando de un libro que es casi una obra maestra.

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